Cienfuegos Cuba

Relato de Viaje: «Recuerdos de Cuba»

Era marzo del 2016, hacíamos nuestro primer viaje largo juntos. Este destino había sido el sueño de Sebastián desde hace tiempo. Conocer la historia y la gente de Cuba.

En 25 días pretendíamos recorrer toda la isla, pero nos dimos cuenta que no íbamos a poder disfrutarla. Decidimos hacer un cronograma de viaje dejando algunos días libres por si surgía algún destino de ultimo momento o por si algún lugar nos atrapaba.

Después de conocer un poco de La Habana y Viñales, llegaba el turno de Cienfuegos. Llegamos en un taxi compartido con otros turistas. De los 5 pasajeros éramos los únicos que terminábamos nuestro viaje ahí. Los demás seguían ruta hasta Trinidad, la próxima ciudad.

Sin habernos bajado del taxi, varias personas ofertaban habitaciones como si fuera un remate. Evadiéndolos nos fuimos a Infotur (información turística oficial) donde la empleada nos mostro la lista de hospedajes disponibles y nos aclaro que podíamos ir por nuestra cuenta o aceptar la oferta de alguno de los “jaladores”. Ahí nos conto, que ellos cuentan con una identificación y estaban habilitados por el gobierno cubano.

Al salir de Infotur la odisea seguía hasta que terminamos arreglando un precio con uno de los muchachos. Caminamos unas cuadras, subimos unas escaleras hasta que llegamos a nuestro alojamiento.

Allí fue donde conocimos a Lazaro y Adis, los anfitriones de esta casa. Ambos rondaban los 70 años, aunque calcular la edad en Cuba siempre era un misterio, pero ambos tenían una energía envidiable. Mientras Adis llenaba el registro de pasajeros con nosotros, vemos como Lazaro le da una comisión al muchacho que nos había llevado. Este sin vergüenza alguna, se acerca a Sebastian y le quiere manguear una remera. Lazaro envía una mirada de desconcierto y un poco enfurecida también. Se acerca y lo saca cordialmente de la casa refunfuñando por lo bajo. Acto seguido nos pide disculpas por la acción de aquel hombre quejándose de esta actitud.

Con la buena predisposición que caracteriza a los cubanos, Lazaro nos mostró su casa y nos dio vía libre para usar las instalaciones de ella. Mientras nos mostraba la cocina, deslizo que ellos sabían que los argentinos llevábamos el mate a todos lados, que no seamos tímidos, podíamos pedirle agua caliente para el mate.

A los pocos minutos de haber llegado ya estábamos en confianza por lo que aprovechamos para consultarle sobre lugares en Cienfuegos para comer, visitar y donde podíamos lavar la ropa (que ya se venia acumulando). Adis se ofrece a lavarla, pero esa no era nuestra idea, no queríamos ser una carga ni ponerla en un compromiso. Durante la tarde salimos a recorrer la ciudad y no nos volvimos a cruzar.

A la mañana siguiente, antes de salir de la casa, ya estábamos tomando un cafecito que nos habían preparado mientras esperábamos el agua para el mate. Ya listos para salir, llegamos a la puerta de la calle, pero esta estaba cerrada con llave. Subimos y Lazaro nos esperaba con su sonrisa pícara. “Les abro la puerta si me dan la ropa para lavar” nos dijo.  Luego de unos minutos, que si y que no, terminamos cediendo con la condición de que por la noche los invitábamos a cenar. No se en que momento pasamos a todo esto, pero sentíamos que nada estaba forzado.

Caía la tarde, llegamos a la casa con un ron y una piña para tomar unos tragos en la terraza balcón de la casa. Disfrutamos del momento cubano-argento. La charla iba de tema en tema. Nosotros fascinados por su facilidad de abrirse a nuestras preguntas y ellos felices de conversar. Mientras la bebida iba subiendo a nuestras cabezas.
Las charlas abarcaban temas prácticos. De como se alquilaban las casas, las condiciones del gobierno para que se pueda alquilar una habitación, los impuestos, hasta anécdotas de otros pasajeros que habían pasado por su casa.

Los temas fluían hasta que dijimos “es hora de ir a cenar”. Lazaro y Adis se negaron alegando que se podía cocinar en su casa. Esta era nuestra segunda batalla perdida pero a la vez nos encantaba la idea de comer ahí y compartir un buen momento. Adis se dirigió a la cocina y preparo arroz moro, pollo, un fiambre de cerdo y ensalada. Se notaba que Adis un poco tímida se expresaba con su cocina. Nos conto como ella preparaba el arroz moro, que es uno de los acompañamientos típicos de cualquier comida cubana.

Nos sentamos en la mesa y luego de unas palabras de agradecimiento por la cena, los temas resurgieron. La conversación se fue para el lado de la revolución cubana. “El Che” uno de los protagonistas de esta historia, Camilo Cienfuegos y su muerte prematura, y claro que Fide Castro y su hermano Raul tampoco faltaron en la charla.

Lazaro y Adis nos mostraban su realidad y sus pensamientos, algo que no resulta fácil de encontrar. Los museos y los libros te cuentan una parte de la historia mientras ellos nos develaban los pequeños detalles del periodo especial, de cómo habían vivido la revolución sus padres y sus recuerdos de aquella época, tanto las cosas buenas como aquellas que habían sido más difíciles durante su vida.

Hoy 4 años más tarde los recuerdo con cariño y recuerdo en mi memoria las historias que ellos nos supieron contar. Esas pequeñas historias cotidianas que son parte de la realidad cubana.

 

Cienfuegos Cuba
Recuerdos de Cienfuegos Cuba

 

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