Frontera Vietnam Camboya

Relato de Viaje: «Vietnam se Presenta»

Era verano y el calor agobiaba, en realidad en Camboya todo el año es verano. Nos esperaba un día largo, una frontera por cruzar era la meta del día. Estábamos en Kampot, una ciudad turística sin grandes atractivos naturales pero tenia una gastronomía que deslumbraba, cafecitos estilos francés, dumpling que eran un sueño y hasta pasta italiana amasada por un italiano.

Mochila a cuestas, pan francés en mano íbamos a la agencia para empezar la travesía de Camboya a Vietnam. De Kampot a Ho Chi Minh. Mas de 400km de viaje y unas cuantas horas por delante, porque en realidad uno sabe cuando sale pero no cuando llega.

Contentos nos presentamos en la agencia que nos llevaría hasta el destino final. Era un local grande, pocos empleados y muchos pasajeros esperando. Después de hacer la fila, era nuestro turno y la empleada nos dice que el micro estaba retrasado 30 minutos. Ahí entendí el porque de tantos pasajeros a la espera, pero sabemos que esto sucede así que buscamos unos asientos, el pan francés y el mate maridaban de lujo para este desayuno improvisado. 

Frontera Vietnam Camboya
Cruce de frontera entre Vietnam y Camboya

La espera no fue de 30 minutos, pero ese dato ya lo borre de la mente, al fin y al cabo eso fue una pavada a comparación que casi no entrabamos en la combi que nos llevaría a la frontera. En ese momento mi cabeza pensaba que estaba en el auto de los payasos, ese bien diminuto pero que lleva cientos y cientos de payasos en su interior. Una vez que nos ubicaron a todos los pasajeros bien apretaditos, ni piensen en cinturones de seguridad y esas cosas, solo faltaba hacer entrar a las mochilas. Yo veía como la mía iba quedando para el final. Así fue como mi equipaje iba y venía de acá para allá sin que le encuentren un lugar. Hasta que en un momento, pensé en llevarla arriba mío pero ellos tuvieron una idea mejor, ponerla debajo de los asientos. Como ella no quería entrar, fue tanta la presión que ejercieron hasta que se escuchó un crack y mi cara se desfiguro y sin consuelo alguno veo un tajo en el bolsillo delantero de la mochila.

Camboya me despedía a su manera, una extraña manera, una manera de recordarla no tan buena.

El viaje continuaba, nos esperaba la frontera y si bien cada frontera tiene lo suyo, esta no tenia tan malos comentarios.

Las fronteras tendrían que ser un pin pum pan. Sello aquí, sello acá, la pregunta de rigor “a que viene al país?”, con voz firme uno contesta Turismo y marcha a disfrutar su nuevo destino, pero nunca sucede así. Las fronteras se cargan de tensión, de coimas y de incertidumbres hasta que se escucha como el sello se estampa en tu pasaporte. Llega el minibús a la frontera del lado camboyano, te hacen seña hacia donde nos teníamos que dirigir y que nadie se olvide su equipaje, yo me seguía lamentando por mi mochila pero sabia que a unos metros Vietnam nos esperaba.

Como ovejas te guían, sello de salida, hacer fila, te toman la temperatura como excusa para que les des 1 dólar, pero nosotros sin que el señor de migraciones se de cuenta agarramos los pasaportes antes de que el pida la plata así que su dólar nunca llego y en ese momento uno se siente como si hubiera ganado una gran batalla. Mas papeleo, de vuelta te piden el pasaporte, ves como se mezcla con otros y lo perdes de vista. Al rato los entregas y felices nos vamos para afuera. Nuevamente con señas nos indican una casillita a lo lejos, como una manada los extranjeros vamos, nos dan los ticket del nuevo micro y sin que te des cuenta ya estas arriba con destino Ho Chi Minh. Saber cuánto demoraría ese bus era un misterio, apenas comenzó el viaje se veía la carretera llena y una constante molestia. La bocina hacia su presentación y al parecer esta y el acelerador estaban conectados de alguna forma inexplicable. Hacia avanzaba el bus en la ruta sin inconvenientes porque la bocina marcaba el paso y nadie se atrevía a desafiar a este chófer que tenia su superpoder.

Ingreso a Vietnam
Cruce de frontera desde Camboya a Vietnam

El bus recorría kilómetros sin problema y la ilusión de llegar a Ho Chi Minh en pocas horas se volvía realidad. Poco a poco el sueño se caía a pedazos, la ruta cada vez mas llena y al paso que íbamos no sabíamos cuando íbamos a llegar. De pronto todo se llena de camiones, autos, micros, motos y mas motos como si una invasión de trafico se haya producido por arte de magia. El micro se para por un largo rato, el chófer apaga el motor del bus, los vietnamitas bajan a fumar y nosotros extrañados con la situación esperamos arriba. Pasaba el tiempo y todo seguía paralizado, en eso veo que una turista va al baño de una casa que le indicaba el chófer. Yo dije “esta es la mía”. Le digo a Seba que iba al baño, le digo al chófer y me indica la misma casa. Bajo, me acerco a la casa, le pregunto a la doña y la hija de ella me lleva hasta el baño. Todo iba bien hasta que salgo de la casa y veo que el micro no estaba, se lo trago la tierra?, le crecieron alas y salió volando?, como podía ser que en menos de 5 minutos un micro haya desaparecido?

Mi cara se desfigura por segunda vez en el día, pero esta vez la cuestión en si era mas seria. Miraba para todos lados y no había rastros de un micro, un micro grande, como podía ser? La señora de la casa donde fui al baño me hace seña de que siga en tal dirección, empecé a caminar rápido hasta que me di cuenta de que estaba recién llegada a un país nuevo, que no tenía ni idea donde estaba, que el idioma era indominable, y ahí empecé a correr como nunca. Gritando “my bus, where is my bus?”. La gente me miraba sin entender que pasaba, corrí 1, corrí 2, corrí 3 cuadras, corría en la calle entre las motos hasta llegué a pensar que había perdido el bus. En milisegundos pensé que tenia plata y el pasaporte y que Seba estaba en el bus con las mochilas y el resto de nuestras cosas. Sin embargo, seguí corriendo, que tan lejos se podía ir un bus del cual me separe por solo unos minutos. A lo lejos veo el micro, la desesperación inyecto energía en mí, seguía corriendo y como una loca hacia señas con mis brazos, seguía gritando (habré sido un gran espectáculo) hasta que el bus se detiene por el tráfico. Llego a él con el ultimo aliento. Toco la puerta con toda la furia, el chófer abre la puerta como si nada hubiera pasado. Aliviada pero enfurecida subo el primer escalón, con cara de odio, miro al chófer, le pregunto si no me había visto y con su mano hace una seña, yo sin entenderla sigo hasta que me reencuentro con Sebastián quien estaba guardando todas nuestras cosas en las mochilas para bajar del micro ya que el chófer no quería parar para esperarme.

Mas calmada, me recosté en el asiento y con el corazón que seguía agitado entendí que esta era mi bienvenida a Vietnam.

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